06 noviembre 2011

CADIZ

En la provincia de Cádiz nos espera un nuevo rencuentro, esta vez con un viejo amigo, Juancar. Pero antes de encontrarnos nos dirigimos a la ciudad de Cádiz, la cual se prepara para la gran fiesta en el 2012 del segundo centenario de la primera constitución española, “La Pepa”.

Siguiendo con la equivocada idea de un sur español seco, soleado y caluroso, Cádiz nos recibe con frio, lluvia y un tremendo viento; más aún cuando visitamos días más tarde la Sierra de Grazalema, lugar más lluvioso de toda España. Y nosotros pensando que si habría un lugar lluvioso éste sería sin duda en la Cornisa Cantábrica…

Poco nos dejó ver Cádiz de su encanto; cubriéndonos de la lluvia callejeamos por su parte antigua romana, visitamos la catedral y más tarde la playa de La Caleta con el Fuerte Santa Catalina en un extremo.

A la hora de aparcar el coche, al igual que en Sevilla, nos sigue llamando la atención los conocidos “Gorrillas”, mafias que controlan a los conductores con necesidad de aparcar, y que “ayudan” a buscar un aparcamiento a cambio de una propina de más o menos un euro. La propina es opcional pero la cuestión es pagar un euro, o luego encontrarte el coche rayado o con una rueda rajada. Nosotros intentamos evitarlos en la medida de lo posible.

De camino a Sanlúcar de Barrameda, pasamos por Rota, donde está instalada la base naval estadounidense. Sorprendente que muchos de los carteles del sector hostelero en el centro están escritos en inglés, y con precios bastante más altos de lo normal…
Dejamos atrás Chipiona, con su estatua homenajeando a la cantante Rocío Jurado; y una vez en Sanlúcar de Barrameda comenzó el gran diluvio…
El tiempo nos dio tregua para un corto paseo por el centro y acercarnos hasta la costa, lo cual era lo más importante para mí.
Como siempre he opinado en éste blog, en contra de toda colonización, pero admirador de aquellos intrépidos y valientes navegantes, y viajeros a la vez; aquí en Sanlúcar ocurrieron hechos muy importantes durante la conquista del Nuevo Mundo, alguno de los viajes de Colón partió de éste mismo puerto. Pero sin duda el que más capta mi atención es el viaje de Magallanes terminado por Juan Sebastián Elcano. Las aguas que ahora vemos, vieron partir y regresar a las primeras personas que circunnavegaron el globo terráqueo. Las mismas personas que pisaron las lejanas tierras filipinas donde estuvimos hace poco tiempo leyendo y pensando en el mismo puerto en el que nos encontramos ahora.

De nuevo en el siglo XXI corremos al coche a refugiarnos de la fuerte tormenta, y en vistas que no remitía continuamos viaje a Jerez de la Frontera donde nos espera Juancar. Hacía muchos años que nos veíamos así que no paramos de hablar, pasamos allí 3 días con el y su novia Vicky.

En Jerez, uno no se puede perder la visita a una de las bodegas de fino jerezano; por recomendación de Juancar hicimos la visita guiada de las bodegas Gonzalez-Byass, donde se produce el famoso fino Tío Pepe.

La visita estuvo interesante sobre todo ver el proceso de mezclar los vinos; el jerez no se hace con una sola cosecha, si no que se van mezclando vinos de diferentes años, dependiendo de las mezclas y el tiempo se dan diferentes tipos de jerez.
En la visita vimos algunos de los establecimientos donde guardan las barricas, y luego otra sección donde gente ilustre ha dejado su firma.

Para terminar; la curiosidad de los ratones que beben vino. Desde los comienzos de la bodega, el fundador daba un poco de vino a los ratoncillos que correteaban entre las barricas. Este les construyó una pequeña escalera por donde subían a tomar vino de una copa, y la tradición se ha mantenido hasta ahora. Es complicado verlo y de echo no lo vimos, aunque sí a los ratones acercarse a la copa; según nos contaban si el ratón ya ha bebido y luego aparecen personas no se va porque ya esta un poco “borracho” y le da igual, pero verlo subir es difícil.

Gracias a Juancar visitamos Jerez como se merece, picoteando y tomando vinillos en las zonas más locales y autenticas de la ciudad. Tuvimos suerte también de llegar en la época del mosto; al principio nos hacía gracia que la gente lo diese tanta importancia, pero es que el mosto del sur no es como el que conocemos en el norte. El mosto que me refiero es lo primero que se saca de la uva y que está un poco fermentado con lo cual ha creado algo de alcohol, y con lo cual uno bebe sin darse cuenta de que tiene graduación, es decir que es bastante “peligroso”.

Al día siguiente fuimos con Juancar al lugar que antes nombraba, la Sierra de Grazalema, el lugar más lluvioso de España, y claro está, nos llovió, granizó…

Los pueblos que encontramos son generalmente blancos, muy típicos en Andalucía, de hecho se les llama “pueblos blancos”. Pasamos por Arcos de la Frontera asentado en lo alto de un acantilado, y donde se halla el “balcón del coño”, llamado así por la expresión que se suele hacer al asomarse al balcón con una caída vertical vertiginosa bajo los pies.

Antes de subir a cotas más altas, dejamos a un lado el pueblo de Ubrique. Lo primero que se nos vino a la cabeza inevitablemente es el conocido torero, y bien, es que estas tierras son de toreros y la tradición está muy arraigada. Muchas casas que encontramos en el camino tienen su plaza de toros particular como aquel que tiene una canasta de baloncesto en el jardín. Y sí, también vimos la “casita” y fincas de Jesulín, generalmente abarrotada de paparazzis.

A 858 metros de altitud, granizando y con tres grados centígrados, llegamos a Villaluenga del Rosario, donde hay una plaza de toros que se comenta podría ser la más antigua de Andalucía y posiblemente del mundo, pero con estas cosas siempre hay dudas. Lo que esta claro es que es vieja, data del siglo XVIII, es de piedra y tiene una curiosa forma poligonal, no es redonda como las de hoy en día.

Pasando el pueblo de Grazalema llegamos al pueblo más bonito del día, Zahara de la Sierra, con su embalse rellenando los valles de la sierra.

Con la llegada a Zahara el sol apareció tímidamente y el blanco de las casas se tornó tan potente que era imposible mirar sin gafas de sol. El pueblo es de postal además de la descripción anterior, a éste lo culmina un castillo en lo alto de una escarpada montaña en medio del pueblo.

El sur de la provincia de Cádiz no tiene nada que ver con la Sierra de Grazalema, igualmente pueblitos pequeños, pero esta vez junto al mar con un aire tranquilo, muy relajado y aunque más sol, muchísimo viento debido a su situación geográfica en el Estrecho de Gibraltar.
Dejamos la carretera principal para ir a Conil de la Frontera y continuar por la costa hasta el Cabo de Trafalgar. En una corta caminata cruzamos el arenal que une el islote a tierra firme, aquí se encuentra un faro y el recuerdo de la famosa batalla de los británicos con sus aliados contra la armada hispano-francesa, en su ansia de derrocar a Napoleón Bonaparte.

Vejer de la Frontera es otro pueblo blanco con muchísimo encanto, sobre todo perderse por sus empinadas callejuelas…

Acercándonos a Tarifa nos desviamos hasta las ruinas romanas de Baelo Claudia, una antigua ciudad romana del siglo II a.c. dedicada a la salazón de atunes; aunque muy deteriorada es una gran muestra de una ciudad romana pues está completa en toda su superficie.

Llegando a Tarifa vemos el Estrecho de Gibraltar y la costa africana en el otro lado. En Tarifa hace un viento tremendo y según sus habitantes es así cada día.
Tenía muchas ganas de ir a la punta de Tarifa, pero desafortunadamente ésta se encuentra en el extremo sur de la isla de las Palomas donde se haya un recinto militar cerrado a todo el mundo. A todo el mundo excepto inmigrantes ilegales que según nos contaron por aquí, es ahí donde éstas personas aguardan a ser deportadas de nuevo a su país.
De todas formas es un lugar especial, a la izquierda el Mar Mediterráneo, y a la derecha el Océano Atlántico, el punto más meridional de Europa. Y al frente, 13 kilómetros de agua nos separan del vasto continente Africano; al pensar en tanta tierra desconocida para mi, me pierdo imaginando cómo será todo ese territorio.

Desde el Castillo de Guzmán el Bueno las vistas del Estrecho y África son perfectas. Este castillo fue previamente construido por los árabes y posteriormente rehabilitado por los cristianos; en él se pueden ver muestras de todos los periodos.
El cuidador nos vio tan interesados en el castillo que cuando cerró, nos llevó a las estancias cerradas al público, donde los arqueólogos siguen excavando y encontrando salas y objetos de épocas más antiguas.

Con la noche casi encima dejamos Tarifa y tomamos rumbo a Gibraltar, quién no nos deja nunca en esta zona es el viento, fuerte y constante, y bien aprovechado por los cientos de molinos que recortan las montañas.


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