31 octubre 2011

TRUJILLO, CÁCERES, MÉRIDA Y ZAFRA

Al llegar a Trujillo, a poco más de media hora al sur del parque de Monfragüe, dejamos el coche en las afueras y caminamos hasta la plaza principal del centro histórico. Aquí ya nos dimos cuenta que Trujillo sería una interesantísima visita; alrededor teníamos la Iglesia de San Martín con su enorme nido de cigüeña en el campanario, “El Palacio de la Conquista” construido por la familia Pizarro, y la gran estatua de Francisco Pizarro en un caballo; todo ello además con el ambiente local de bares y restaurantes en los portalones de los edificios.
En el siglo XVI, Extremadura fue una tierra de aventureros y conquistadores que viajaban a la nueva tierra conocida, América; prueba de ello es el trujillano Francisco Pizarro, conquistador de Perú, y conocido entre otras hazañas como el hombre que capturó a Atahualpa.



Más tarde, dentro del amurallado centro de Trujillo, seguimos recorriendo estrechas callejuelas, con antiguas casonas muy deterioradas, viejas iglesias con torretas y olivos salteados por las plazas, dando una pincelada aún más encantadora al bonito pueblo; y un poco más allá, el castillo, como siempre situado en ese sitio estratégico con vistas que el ojo no puede alcanzar. Construido por los musulmanes en el siglo X, y reformado por los cristianos una vez que la Reconquista cruzó las tierras extremeñas.


Las buenas carreteras, las cortas distancias, y el lujo de disponer de un transporte privado sin depender de quién parará a recogernos haciendo autostop, nos permiten visitar más lugares en mucho menos tiempo. En otros tiempos habríamos pasado en Trujillo un par de días, pero cuando los viajes tienen fecha de caducidad… tratamos de aprovechar más el tiempo, pero siempre libres, sin agobios y disfrutando del momento.
Así llegamos a Cáceres donde decidimos pasar la noche.
Un cartel que anunciaba un albergue juvenil llamó nuestra atención, y nos acercamos a curiosear; en la recepción había un chico muy simpático que nos comunicó rápido que el albergue estaba lleno, una lástima sabiendo que costaba 15€ por cama; acostumbrándonos a los precios de viajar en España, hasta se nos hacía baratísimo…
Como decía antes, el chico era muy majo, y trató de buscarnos alojamiento en otro albergue, pero al tiempo, también nos dijo que si queríamos, por 30€ podríamos tener una habitación para nosotros solos en el centro de Cáceres. Hizo unas llamadas y listo, teníamos cuarto en una pensión en pleno centro de Cáceres.
El mismo chico nos sugirió dejar el coche en el parquin del albergue sin coste alguno, y así evitarnos los costes de aparcar cerca del centro, o de no poder aparcar, porque los coches ya no pueden circular por el centro histórico o la Plaza Mayor.
Recordábamos lo mucho que la gente nos ayudó viajando por el mundo, y aquí en España no iba a ser menos; cerramos el coche, agarramos la mochila y nos fuimos para la pensión.

La Pensión Carretero, (así se llamaba), regentada por una pareja de avanzada edad muy simpática; donde las escaleras del edificio estaban ligeramente inclinadas, con una barandilla de forja y madera bastante delicada, de la cual no me fiaba. En el segundo piso estaba nuestra habitación con vistas al patio interior; pero sinceramente, era emocionante estar de nuevo viajando en cuartos sin mucho lujo de los cuales hacíamos rápidamente nuestro espacio y “hogar”. Todo hay que decirlo también, la emoción se cayó más tarde durante la noche, cuando nuestras espaldas no soportaban la curvatura del viejo colchón y tuvimos que tirarlo al suelo para descansar mejor…

Extremadura no deja de impresionarnos; la naturaleza de Monfragüe y el pueblo medieval de Trujillo se unen a otra de las joyas que vamos encontrando en éstas tierras; Cáceres, que sin duda es una ciudad encantadora.

Nuestra ansía de conocer y explorar nos lleva a recorrer las calles de la ciudad monumental cacereña, inundada de casonas de nobles, palacios, torres e innumerables iglesias.



La iglesia de San Francisco Javier, es una de las que se puede visitar el campanario por tan sólo 1€; ascendimos a los dos campanarios por las retorcidas escaleras de caracol construidas en piedra, y así tener diferentes vistas de la ciudad.



Entre la multitud de salas y museos de la ciudad, visitamos uno bastante interesante sobre la Semana Santa, la cual se vive de una forma muy diferente al norte de España. La exposición mostraba videos y maquetas de las procesiones, cuidadas al milímetro y llenas de emoción por parte de los participantes. Además también se podían ver los diferentes trajes utilizados, característicos por llevar túnicas y unos gorros cónicos puntiagudos bastante altos.


Frente a la Plaza Mayor, se haya la puerta principal de entrada a la vieja ciudad, el arco de la estrella; y junto a ella la Torre de Bujaco, a la que se puede ascender gratuitamente por turnos. La torre de Bujaco domina toda la Plaza Mayor; lo que ahora es un bullicio de restaurantes, cafeterías, bares y tiendas, antaño fue el centro de reunión de Cáceres, donde la gente compraba y vendía el ganado; aunque supongo que esté muy cambiado, es fácil imaginarse el suelo de la plaza desnivelado, todo de tierra y embarrado en ocasiones por la lluvia; con los habitantes cacereños negociando la compra-venta de animales, vestidos con antiguos harapos, igual que recién salidos de un cuento.



La noche cae en Cáceres, la ciudad monumental se ilumina de una forma espectacular y la Plaza Mayor cobra una vida especial, todos los locales están atestados de personas y es difícil llegar a un sitio a cenar sin esperar antes un buen rato, de todas formas las tapas cacereñas son de tal envergadura que hambre realmente no se pasa. De momento Cáceres ha batido el record de tapas, con una consumición: aceitunas, 4 lonchas de pan con sobrasada y dos lonchas de pan con boquerones.



En nuestra ruta al sur, no podía faltar una visita a la capital administrativa de Extremadura, Mérida; donde se encuentran las ruinas romanas más grandes y mejor conservadas de toda la Península Ibérica.
Entre las cosas más importantes están el Puente Romano, uno de los más largos que construyeron los romanos, con 60 arcos de granito sobre el inmenso río Guadiana; y junto a él, la Alcazaba o ciudad fortificada, de la cual no quedan muchos restos; más tarde veríamos Alcazabas realmente impresionantes en Andalucía.



A parte de las ruinas salteadas por la ciudad y el acueducto, el lugar más emblemático y bien conservado, es el teatro romano, el cual aún se utiliza con el mismo fin para el que se construyó en el año 15 A.C.



Tras una exhaustiva visita a Mérida continuamos hasta el extremo sur de la comunidad extremeña para hacer noche en un bonito pueblo llamado Zafra.
En Zafra encontramos alojamiento en un convento donde alojan a peregrinos que hacen la Ruta de la Plata. Para los no peregrinos como nosotros el precio es de 15€ por persona, en un cuarto privado muy chulo.
La Ruta de la Plata que originariamente era una vía romana que comunicaba Mérida y Astorga (en León), hoy en día se ha modificado, siendo la conexión entre Sevilla y Gijón.

Zafra es el primer “pueblo blanco” que encontramos antes de Andalucía; un pueblo bonito de estrechas callejuelas; pero solamente con sus dos plazas principales, Zafra ya lo vale todo. Ver y sentir la Plaza Chica y la Plaza Grande al atardecer es un momento realmente evocador.



Con la “excusa” del “Viaje de Recién Casados”, seguimos dándonos todos los caprichos; una cervecita por aquí… un vino por allá… y por supuesto comida local; y que mejor que un buen surtido de ibéricos extremeños, en una de las mejores tierras para éste tipo de productos…


29 octubre 2011

PLASENCIA, LA VERA Y MONFRAGÜE

Habían pasado siete meses del regreso a España, y ansiosos por viajar, utilizamos con gran gusto la excusa del “Viaje de recién casados” para marcharnos de nuevo.
Esta vez no fue lejos, ni mucho tiempo; sin llegar a traspasar las fronteras nacionales; excepto en una ocasión, (Gibraltar); pasamos un mes viajando por territorio nacional.

Mientras viajábamos por el mundo, mucha gente nos aseguraba que nuestro país era muy bonito e interesante: castillos, montañas, parques naturales… bares abiertos hasta tarde, mucha fiesta, alegría, tapas, etc… Con cierto reparo, nosotros afirmábamos con un: “Ah, sí???”
Obviamente conocíamos España, y no tan poco como parece, la verdad; pero si es cierto que nuestras botas y mochilas apenas habían sobrepasado la latitud de Madrid en dirección sur.
Mientras mucha gente trata de salir del país, y a ser posible lo más lejos en su Luna de Miel; nosotros nos fuimos a conocer España, y concretamente el sur, que es lo más lejos que nos queda de Cantabria.
También es cierto, que este viaje no sería de la misma manera que el anterior, aunque sí había mochila y botas, esta aventura sería con coche y con un presupuesto bastante superior al de los 5€ al día, pero al fin y al cabo, una Luna de Miel es para darse caprichos y comodidades. Después de viajar baratísimo al límite, tampoco es que quisiéramos ahora batir el record de “viajar lo más caro posible” pero sí un poco más confortable.

El recorrido aproximado que hicimos fue el siguiente, y a lo largo de las próximas semanas iré actualizando las diferentes partes que visitamos.


Habían pasado 3 horas conduciendo, y Valladolid quedaba atrás; con tan poco tiempo en carretera no hizo falta preguntarnos entre nosotros si teníamos la misma sensación… efectivamente ambos lo percibimos; tras 7 meses en Cantabria, al salir de nuevo de viaje, parecía que nuestro gran periplo de cuatro años continuaba sin parar; sensación que se acentuó con el paso de los días y que duró hasta que regresamos a Cantabria.
Con la ilusión que siempre se tiene al inicio del viaje, continuamos en dirección sur para pasar Salamanca y llegar a una de las comunidades que queríamos explorar, Extremadura.

Este primer día llegamos a la ciudad amurallada de Plasencia en el norte de Extremadura, provincia de Cáceres; y ésta vez no fue buscar donde dormir en la calle, o hacer “Couchsurfing”; fue bastante más fácil pues un primo de María vive allí; y él, Javi, nos alojó con mucho gusto.

Javi y su novia Rocío, nos enseñaron rápidamente Plasencia antes de que cayera la noche, y nos contaron a grandes rasgos un poco la vida de Plasencia, una ciudad con mucha vida debido a las universidades.
Paseamos por las estrechas calles empedradas del casco viejo, mientras Javi y Rocío nos mostraban los lugares más emblemáticos de Plasencia como el Parador Nacional, que a pesar de ser hotel pudimos visitar por dentro; la Catedral Nueva, la Plaza Mayor…



Alfonso VIII de Castilla denominó la ciudad como “ciudad del deleite o del placer”, (de ahí Plasencia), cuando la tomó de los árabes durante la Reconquista; y así mismo nos lo tomamos nosotros, disfrutando de Plasencia y su ambiente universitario, al máximo.
Para empezar, descubrimos uno de esos grandes tesoros que guarda el sur de la Península Ibérica: “Las Tapas”

En algunos puntos de España las tapas son como pequeñas raciones que se han de abonar; pero en otras muchas partes y especialmente en el sur, “La Tapa” es una porción de comida gratuita que se otorga junto a la consumición pedida. Para nosotros es de gran sorpresa pues la tapa de Cantabria no pasa de un pequeño trozo de pan con una loncha de chorizo, si es que tienes suerte de que te caiga una tapa… Así pues estuvimos un rato conmocionados: Caña de cerveza entre 1€ y 1,2€ incluyendo una tapa a elegir entre 20 diferentes y entre las cuales podías encontrar “huevo de codorniz con chorizo y pimientos”, además de otras tapas de gran consistencia. El dicho que tantas veces habíamos escuchado: “entre caña y caña, con las tapas, ¡ya vas comido!”; se hacía completamente realidad.


Con la fecha de “Halloween” a la vuelta de la esquina, me vino a la mente el recuerdo de niño, cuando la fiesta de Halloween era algo que sólo ocurría en Estados Unidos; noches de zombis, “truco o trato”… curiosamente años más tarde España fue adoptando la fiesta, y como país afamado por sus fiestas, la acogió muy bien. Pero la sorpresa me llegó hace un par de meses cuando los estantes de los supermercados se llenaban de artilugios y disfraces especiales para Halloween, y la pregunta que me surge una y otra vez tras los cuatro años viajando volvía a mi cabeza; ¿pero de verdad es necesario tanto consumo?

A pesar de ser aún 27 de Octubre, Plasencia como buena ciudad de universidades se prepara para la fiesta de Halloween cinco días antes; y junto a Javi y Rocío nos fuimos de fiesta a la “La facultad”, un popular pub de Plasencia.

Plasencia se asienta en el Valle de Jerte y prácticamente paralelos están al norte, el Valle de Ambroz, y al sur, el Valle de La Vera, lindando éste al sur con el Rio Tiétar.
Nos decantamos por La Vera, en busca de pueblos pequeños y solitarios que se asientan en un terreno fértil y montañoso; y digo esto porque aún me pregunto por qué pensábamos que Extremadura o Andalucía era plano y seco; por fortuna nos iríamos dando cuenta de lo equivocados que estábamos, de todas formas no éramos los únicos en el Norte que pensábamos así.
Entre los pueblos que visitamos están Pasarón de la Vera, Garganta la Olla, o Cuacos de Yuste situados en las estribaciones de la Sierra de Gredos.



En Cuacos de Yuste se haya el Monasterio de Yuste de gran importancia para la historia del país, por ser el lugar de retiro del Rey Carlos I de España en 1.557.
En sus últimos años de vida, Carlos I ordenó la construcción de éste monasterio, momento en el que el rey abdicó dejando el imperio a su hermano Fernando y su hijo Felipe II.
Carlos tampoco perdió el tiempo, llevándose consigo a su maestro cervecero, quien recuperó la forma tradicional de hacer cerveza, llegando incluso hasta nuestros días con el nombre de la conocida “Legado de Yuste”



Pasamos la noche en un camping que encontramos en Jarandilla de la Vera; salimos de Cantabria bastante motivados con la tienda de campaña, pero sin tener en cuenta que se aproximaba nuestro primer invierno en cuatro años, y en estas fechas en La Vera la temperatura de noche caía a unos 4 o 5 grados centígrados. Con el frio que pasamos nos replanteamos un poco el tipo de alojamientos que iríamos cogiendo a lo largo del viaje…

Cerca de Plasencia y de La Vera, está el interesante Parque Nacional de Monfragüe, además del bonito enclave en la confluencia del Río Tajo y el Tiétar, es un paraíso para observar curiosas aves protegidas. La más importante de ellas es el Buitre Negro; aquí, en Monfragüe se halla la concentración más grande de Europa de éste ave rapaz. A parte de los Buitres Negros, también están los Buitres Leonados, los Cuervos Negros o los Águilas Imperiales Españoles.


Accedimos al parque desde la entrada este, pasando junto a plantaciones de tabaco; y el primer punto que paramos fue el Collado las Cansinas desde donde avistamos las buitreras en las rocas, al otro lado del Tiétar. Más adelante una impresionante vista de un meandro del mismo río.



Pasando el Salto de Torrejón (presa del Tiétar) avistamos más buitreras y ciervos junto al río, pero lo más alucinante era ver los buitres sobrevolando por encima nuestro con la tremenda envergadura que tienen.



Uno de los lugares que mas impresionan en el Parque, es “El Salto del Gitano”, un mirador sobre el Tajo con la Peña Falcon delante y más buitreras en ella.

La leyenda cuenta que un gitano muy bravo habitaba estas tierras, quien se dedicaba a asaltar a los transeúntes que pasaban por la zona, por entonces una vía de comunicación muy importante entre Plasencia y Trujillo. Durante uno de sus asaltos, aparecieron dos guardias civiles de la época, con el tricornio; el gitano se dio a la fuga y al terminar la sierra y llegar al Tajo éste dio un salto imposible hasta el otro lado, concretamente hasta la cumbre de la Peña Falcon.
Una roca con forma de cara con un tricornio, observa la Peña desde el otro lado, simulando al guardia civil asombrado ante el “Salto del Gitano”




Donde se supone que el gitano se dio a la fuga, ahora hay un castillo en ruinas de la época árabe, del siglo IX, al que accedimos caminando. Desde la parte de arriba las vistas de Monfragüe son alucinantes divisando los diferentes afluentes y meandros del Tajo, el cual se pierde en el horizonte en su camino al Océano Atlántico.
Junto al castillo ahora se halla una ermita con la imagen de una virgen que se dice fue traída de Palestina durante Las Cruzadas.