14 febrero 2011

FIORDLAND Y QUEENSTOWN

El Suroeste de la Isla Sur de Nueva Zelanda es considerado Patrimonio Mundial; desde el Monte Cook hasta Fiordland (Tierra de los Fiordos) es de una naturaleza increíblemente virgen, exuberante y sorprendente; concretamente más aún Fiordland que es donde nos dirigimos tras la fría costa sur. Fiordland apenas tiene carreteras que se adentren en el parque nacional, la mejor forma de explorarlo es en bote pero los cruceros son siempre organizados y muy caros; otra forma es caminando pero en muchas ocasiones todo está tan organizado que sigue siendo difícil y se ha de tomar antes algún barco; así que nosotros nos limitamos a ver lo mayor posible dentro de nuestro presupuesto.

Desde el sur tomamos una carretera de grava hasta el lago más profundo del país, el Lago Haukoro con 462 metros de profundidad, llegando el fondo del mismo por debajo del nivel del mar.
Fiordland se caracteriza por su abundante lluvia y es difícil escapar de las nubes, al llegar al Lago Haukoro las montañas que preceden a los fiordos estaban cubiertas de ellas, que junto a la paz y tranquilidad del lugar, dan un toque muy misterioso.



Hicimos una marcha de unas pocas horas hasta un mirador a 1.000 metros de altitud a través de un denso bosque húmedo, lleno de helechos gigantes y gran variedad de musgos, una vegetación realmente densa.
Y en lo alto unas vistas perfectas del lago y montañas circundantes.



El lago Monowai se encuentra unos kilómetros más al norte y afortunadamente también podemos acceder a él por una carretera de piedras.



Al norte de Fiordland se encuentra Milford y el fiordo del mismo nombre, es el único fiordo accesible por carretera, así que nos dirigimos para allá. La carretera que sube desde Te Anau es realmente impresionante aunque la inestabilidad climatológica impida hacer muchas actividades, pero es lógico que para haber tal naturaleza tenga que llover mucho.

Junto a Te Anau y la carretera a Milford esta el segundo lago más grande del país, igualmente a los anteriores, de origen glaciar y con brazos que se adentran entre las escarpadas montañas.



En la misma carretera hay posibilidades de hacer marchas de un día; la famosa ruta de Routeburn de varios días comienza en The Divide, y aunque no la hicimos entera, mereció la pena subir hasta la cubre del monte Key (919 metros) donde hay vistas del valle de Hollyford, el Monte Christina (2.502 metros) y el lago Marian.



En dirección a Milford la carretera se vuelve más y más impresionante discurriendo entre enormes paredes de roca con altísimas cascadas cayendo de la nieve acumulada o de los viejos glaciares.



Antes de llegar a Milford, el valle termina en una gran montaña sin posibilidad de esquivarla; aquí se construyó hace años el impresionante túnel de Homer de 1.207 metros de largo que atraviesa la montaña en una sola recta y sale al valle de Cleddau.
En este punto estamos muy cerca del mar de Tasmania que se adentra en tierra por el Fiordo de Milford, es increíble ver tan cerca del mar a montañas tan escarpadas como éstas, con nieves perpetuas en sus cumbres; el monte Tutoko es el más alto de Fiordland con 2.746 metros.



Fuimos muy afortunados de legar a Milford con un tiempo soleado para disfrutar de las vistas del Fiordo con el Monte Mitre (1.692 metros) como telón de fondo.



Los parques nacionales están bastante vigilados para que nadie duerma donde no debe dormir, en cada hueco posible para aparcar un coche hay un cartel que lo prohíbe, pero siempre se les escapa alguno y nosotros encontramos el lugar perfecto, sin ninguna prohibición, aunque sabíamos que no estaba permitido. Por primera vez nos pilló el Ranger y nos echó, pero fue muy majo, ya que nos dejó dormir en el aparcamiento del mismo Milford (donde hay baños) pagando lo mismo que por un camping del DOC, los cuales suelen ser en ésta área de 5NZ$ por persona (2,75€)
Al día siguiente el tiempo cambió drásticamente y casi no se veía ni el Fiordo por la niebla y la lluvia; pero fue otro punto de vista muy bueno, porque al llover torrencialmente y de continuo, se forman cascadas por todas partes. Se mire donde se mire hay cascadas y agua cayendo por las paredes de las montañas, todo un espectáculo; y las cataratas ya existentes se vuelven totalmente descontroladas.


Otra noche que pasamos cerca de Milford (esta vez en un camping del DOC) fue realmente fría, estuvo lloviendo toda la noche y la temperatura cayó hasta unos 5 grados (estamos en verano); a la mañana siguiente vimos que las cumbres de las montañas que nos rodeaban estaban nevadas.


Deshicimos el camino a Te Anau y tomamos rumbo a Queenstown. Nueva Zelanda es un gran país para el autostop, más aún en la Isla Sur; se suelen ver muchos autoestopistas y al igual que la gente nos ayudó a nosotros, ahora vemos la otra cara ayudando a todos los viajeros que podemos. Hemos llegado a ver lugares indicados para hacer autostop donde había un banco con la señal de un puño cerrado con el pulgar levantado.


Se dice de Queenstown que es la capital de la adrenalina, y es que muchos deportes de riesgo o de “adrenalina” han sido inventados en Nueva Zelanda. Aquí se puede practicar “puenting”, parapente, caída libre….

Queenstown está ubicado en un lugar espectacular a pies del lago glaciar Wakatipu, encajado a la vez entre grandes montañas como la cordillera de The Remarkables, escenario también de la película ”El Señor de los Anillos” como la tierra de Mordor.
Decidimos hacer Couchsurfing de nuevo y contactamos con Gabi, una chica argentina que trabaja aquí desde hace meses; la experiencia fue muy buena pues además conocimos a sus otros compañeros de piso, Florine de Francia, Sean de Israel y Fabian de Alemania, todos ellos gente sana y muy maja. Viven en un lugar increíble con éstas vistas de Queenstown…



Pero para vistas sin duda, las del Pico Bob situado sobre la ciudad; llegamos arriba en una escarpada ascensión de 45 minutos, y realmente merece mucho la pena…
Para bajar usamos el teleférico, como sólo revisan los ticket al subir, bajamos gratis.


En el extremo norte del Lago Wakatipu está el pueblo de Glenorchy, rodeado de montañas y punto de partida para grandes caminatas. La marcha Routeburn que comenzamos cerca de Milford termina aquí, en realidad nos encontramos a muy pocos kilómetros de la carretera de Milford, pero para llegar aquí en coche hay que recorrer varios cientos de kilómetros.
Lo que hicimos fue una marcha de 6 horas en la terminación de la Routeburn, llegando hasta Routeburn Fall a 1.005 metros de altitud y con unas perfectas vistas del valle.



En Queenstown tuvimos tiempo también para un poco de fiesta que de vez en cuando no viene nada mal, así que salimos a tomar algo con Gabi, Sean y Florine, y a escuchar un poco de música en directo.



Hace una semana publicaron una pequeña entrevista en la web www.yokmok.com; pulsar aquí para verla.

04 febrero 2011

VIENTOS GELIDOS DEL SUR

De nuevo nos encaminamos a la costa este de la Isla Sur, en dirección al mayor asentamiento, Christchurch; más de la tercera parte de la población de la isla vive en esta ciudad.

El pasado septiembre hubo un gran terremoto de 7,1 grados con el epicentro a 40km de la ciudad, notándose el temblor en toda la isla y hasta en la Isla Norte. Fueron muchos los destrozos que dejó en la ciudad, afortunadamente tan sólo hubo dos heridos, pero parte de los edificios históricos quedaron parcialmente derruidos y carreteras completamente rotas y agrietadas.
Este terremoto fue uno de los mayores en la historia de Christchurch pero los expertos dicen que no será el último y se predicen fuertes temblores a corto plazo.
El mismo día que llegamos hubo uno en la mañana de 5,1 grados y bromeando aquella noche… vivimos nuestro primer terremoto mientras dormíamos, sólo fueron dos o tres segundos y de 4,4 grados, pero suficiente para mover toda la cabaña donde nos encontrábamos.

Ahora mismo nos encontramos en Wellington, con un cierto retraso en las publicaciones del blog, hace casi un mes que estuvimos en Christchurch. El pasado 22 de febrero hubo un fuerte terremoto de 6,3 grados que dejó la ciudad medio derruida, 103 muertos en este momento pero alrededor de 200 desaparecidos entre los escombros. Algunos de los lugares que visitamos en la ciudad como la famosa Catedral, se desplomaron casi por completo. En el momento del temblor estábamos en Picton esperando el ferry para cruzar a la Isla Norte, y a pesar de estar a varios cientos de kilómetros, notamos el terremoto.


Lo primero que hicimos en Christchurch fue visitar la exposición de un escultor australiano, Ron Muek quien realiza unas obras de gran realismo.



Christchurch no es una ciudad con grandes cosas que visitar pero tiene una vida especial, además nos coincidió un festival que dura diez días y se realizan actuaciones de todo tipo continuamente en diferentes puntos de la ciudad, había algunos cómicos muy graciosos como los de la foto siguiente quienes iban conduciendo dentro de un retrete y de remolque llevaban una bañera.



En el centro de la ciudad se haya la Plaza de la Catedral, cerca pasa el río Avon dando un toque especial a la urbe con los puentes sobre él, y el viejo tranvía rehabilitado para los turistas, incluso uno de los tranvías es un restaurante, pudiendo cenar viendo toda la ciudad al tiempo.



No se puede venir a Nueva Zelanda y marcharse sin ver un kiwi, ese peculiar animal del que hablábamos en la primera entrada del país; así que fuimos al Parque de Orana, donde se puede visitar a los animales en la hora que les dan de comer, gracias a eso pudimos ver el kiwi, ya que es un animal tan tímido, miedoso, hipersensible al ruido y la luz, que no suele salir de su escondrijo. Al ponerle comida hizo acto de presencia pero tampoco se lo puede fotografiar porque la casa del kiwi está a oscuras.
Aparte vimos otra fauna local como el tuatara, un lagarto que vive hasta los cien años; mucha fauna africana, leones, rinocerontes jirafas…



Mis padres regresaron a España durante estos días y nosotros nos movimos a casa de un couchsurfer que casualmente vivía en la casa de enfrente del camping donde nos alojábamos.

El chico que nos aloja se llama David, pero hay un montón de gente viviendo en la misma casa, Tom, Mario, Hilal y unos cuantos más. Todos son gente joven, universitarios y gente muy muy maja con los que pasamos tres días estupendos.

Y llegó un cumpleaños más en el viaje, el pasado 26 de enero me cayeron los 30 años y lo celebramos en Christchurch tomándonos algo con Jose. La historia de cómo conocimos a Jose es bastante buena; fue cuando estábamos en Yemen (hace dos años y medio), apuntamos el email de un español registrado en la misma guesthouse, y lo escribimos. Desde entonces mantuvimos el contacto y nos enteramos no sólo que coincidíamos en Nueva Zelanda, sino que también aquí en Christchurch…


Cerca de Christchurch está la Península de Banks, de una forma circular y llena de entrantes y salientes; es una tierra muy accidentada con montañas por todas partes que nos dan la posibilidad de tener muy bonitas vistas de la península y la bahía de Akaroa, el pueblo principal del área.



Hicimos kilómetros en dirección sur, dejamos Canterbury y entramos en el estado de Otago parando en la primera localidad interesante, Oamaru. Países como Australia o Nueva Zelanda carecen de historia antigua, todo es relativamente nuevo, concretamente en Nueva Zelanda lo más antiguo que pueda haber data del siglo XIX; aquí en Oamaru hay un lugar interesante llamado el “recinto histórico” con edificios comerciales junto al puerto que aún se conservan muy bien; el granero, el almacén de lana y ahora hay multitud de tiendas que trabajan artesanalmente con ánimo de conservar la tradición y pasarlo a las siguientes generaciones.



Desde Oamaru, por toda la costa hay algo que nos va a acompañar constantemente; la fauna marina local. Concretamente en Oamaru se pueden ver leones marinos, focas, pingüinos azules y pingüinos de ojo amarillo; los pingüinos azules llegan cada noche a un área de conservación en el que hay que pagar, así que fuimos a ver los otros al sur de la ciudad.

Es muy fácil ver los leones marinos, siempre están tumbados en la playa, en las rocas… la mayoría del tiempo durmiendo y rascándose. Pudimos acercarnos mucho a alguno de ellos, siempre dejando una distancia de seguridad, si uno se acerca mucho no les gusta y sacan rápidamente los dientes.

Los pingüinos de ojo amarillo es otro asunto, llegan a la playa dos horas antes de anochecer para alimentar a las crías, y si éstos ven a un humano, se vuelven al mar, son muy sensibles. Por ello sólo se pueden observar de lejos en lo alto del acantilado, desde allí vimos llegar a cuatro ejemplares. De todas formas, los pingüinos anidan en los acantilados así que casualmente tuvimos la suerte de ver dos crías de muy cerca.



Otra cosa que nos acompaña y no nos deja es el frio, en los meses más cálidos del año, es decir ahora, la temperatura durante el día es de entre 13 y 15 grados, pero el viento sur que llega directamente de la Antártida hace tener una sensación térmica mucho más baja, de entre 6 y 8 grados; en algunos puntos costeros hemos vivido unas ráfagas de viento como jamás habíamos visto.
Siguiendo la costa al sur paramos en el pueblo de Moeraki donde se encuentran unas peculiares rocas perfectamente redondas en la playa.



Y en la Punta de Katiki, se hayan más colonias de leones marinos y pingüinos de ojo amarillo; el acercamiento aquí fue bastante mayor en todo los sentidos, además caminando hasta la punta del saliente de Katiki, los leones marinos yacían a sus anchas en el campo, teniendo que tener mucho cuidado de no pisarlos o acercarnos mucho sin querer.



Muy cerca del sur de la isla esta otro de los focos urbanos más importantes, Dunedin, y saliendo de la ciudad se accede a la bonita Península de Otago.

Dunedin tiene algo muy curioso, la calle más empinada del mundo, y por ello, la calle Baldwin está registrada en el Libro Guinness de los récords. Es difícil apreciar esto en fotos, pero bueno, damos fe de que es realmente empinada.



Un lugar bonito es la estación de ferrocarril que recientemente cumplió su primer centenario.


Pero lo mejor de la zona es la Península de Otago con todos los recovecos, entrantes, salientes, playas, montañas y fauna.



Además de los animales que venimos viendo por la costa se le unen los Albatros Reales, la única colonia en tierra firme de esta colosal ave. De nuevo el recinto está cerrado haciendo un área de conservación con ticket de entrada, y como ya venimos diciendo, en Nueva Zelanda estas cosas son muy caras, así que nos conformamos con ver a los albatros volando por encima nuestro desde el área de parking, que no está nada mal la verdad. Los albatros tienen un metro de altura, pesan hasta 9 kilos, con una envergadura de tres metros con las alas extendidas.
Desafortunadamente es bastante complicado hacer éste tipo de fotos con nuestro equipo fotográfico y la mejor prueba que tenemos es ésta.


La parte más al sur de la Isla Sur, llamada los Catlins, es otro lugar despoblado, con gran inestabilidad climática, prácticamente todos los días hace sol, llueve, se nubla y hay viento helado.
Comenzamos a recorrer los Catlins en Nugget Point donde se halla un viejo faro, grandes vistas de los acantilados y del océano, lo único que hay más allá del mar que vemos es la Antártida.
Como siempre se ven focas, y otros animales autóctonos, pero por primera vez vemos los elefantes marinos que se caracterizan por tener una especie de trompa o gran nariz.



De camino a Papatowai hicimos una parada en las bonitas cascadas de Purakaunui.


Papatowai tiene colgado el slogan de “donde el bosque encuentra el mar”, realmente es un paraíso y realmente los densos bosques autóctonos llegan hasta el mismo océano.
Pero Papatowai tiene otra cosa interesante que encontramos casualmente, un lugar llamado “The Lost Gypsy Gallery” (La Galería del Gitano Perdido), se trata de un hombre que fabrica extraños e insólitos artilugios con cosas que encuentra y no sirven; tiene un autobús que no funciona aparcado junto a la carretera y todo el mundo es bienvenido a ver sus excentricidades. En la calle tiene el esqueleto de una vaca montado en una bici y mediante una palanca que cualquiera puede accionar, el esqueleto da pedales y abre la boca.
Dentro del autobús todos los cachivaches son de accionar manualmente, desde instrumentos de música hechos con alambre de espino, pasando por un techo lleno de circuitos de aparatos eléctricos, un arbusto en la calle que tiembla cuando uno se acerca e infinidad de cosas más…



Mientras buscábamos en qué lugar podríamos pasar la noche, si en la playa o un aparcamiento… encontré un cartel de alquiler de cabañas muy barato, me acerqué y una chica muy maja me ofreció una cabaña en mitad del bosque con todo lo necesario por 15NZ$ por persona, (8,5€) de nuevo por encima del presupuesto, pero estas oportunidades no se presentan todos los días para tomarse unos días de descanso y además celebrar en condiciones el cumpleaños de María.



En dirección a Invercargill paramos en el punto más al sur de la Isla, el Slope Point donde hay un cartel que marca la posición geográfica y las distancias correspondientes al Ecuador y al Polo Sur. Los árboles de ésta zona están todos inclinados debido al constante viento gélido del sur.