28 noviembre 2009

CAMBOYA... "EL ASALTO"

A tan sólo 5km de Ha Tien está el puesto fronterizo vietnamita. Siempre estamos preocupados por el espacio en nuestros pasaportes, pues a los policías les encanta sellar en el centro de las hojas en blanco; por eso vigilábamos todos los pasos del policía; pero cada movimiento que hacía pensábamos que nos iba a sellar, por eso todo el rato le decíamos, ¡no!, ¡no!, hasta que al final lógicamente se mosqueó y ordenó sentarnos…
A menos de un kilometro se encuentra la frontera de Camboya bastante más cutre que la de sus vecinos; aquí primero pasamos el absurdo control sanitario, un hombre nos metió en la oreja una especie de pistolilla de plástico para medir la temperatura corporal; María dio 36 grados, y yo 34 grados, mientras me decía que estaba perfectamente…
Luego nos pidió un dólar, pero yo le pedí un recibo; me dijo que era un dólar por el servicio y que no había recibo alguno; entonces más duramente le dije que quería su nombre y número de identificación para presentarlo en el Ministerio de Turismo en Phnom Penh, para la lucha contra la corrupción; a lo que me respondió sonriente que podíamos continuar.

Después de esto, el sello de entrada al nuevo país, y el chico de la agencia nos mostró el bus que nos llevaría al destino que quedaría marcado para siempre en este viaje; el bus era una furgoneta que fue parando por todas partes a coger gente y cajas.
Rápido vemos un enorme cambio con Vietnam, las casas son más bien chozas y la carretera es de barro por al menos los primeros 25km; el panorama sigue siendo muy bonito.

La corrupción en este país es algo tremendo, mientras rodamos en el minibús, cada control policial es como un peaje; el conductor saca un billete por la ventanilla, y el policía lo recoge; ese es el trabajo de los defensores de la ley en Camboya.

Este minibús nos dejó en las afueras de Sihanoukville; donde los moto-taxi nos dicen que la playa esta a 8km; sabíamos que no era tanto, aunque los 5km andando no nos los quitó nadie.
Como habitualmente al llegar a un país intentamos de hacernos con dinero, pero curiosamente todos los cajeros automáticos solo dispensan dólares americanos; más tarde nos daríamos cuenta que en Camboya es más oficial el uso de Dólares que de Riel; (1€=6.300Riel)
También vemos que Camboya es bastante más caro a la hora de comer que Vietnam en comidas muy básicas, si se quiere algo mejor, ya se sube a los 3US$ mínimo.
Sihanoukville es uno de los lugares más turísticos que hemos visto en mucho tiempo, es el típico lugar donde extranjeros de todas las edades vienen a relajarse en la playa y comer barato (para su viaje), otros en busca de drogas y fiesta, otros en busca de chicas camboyanas jóvenes y “baratas”…nosotros tan sólo queríamos unos días de descanso y playa.

Encontramos un hostal bastante aceptable por 5 Dólares, y seguido fuimos a ver la playa de Occheuteal; la cual nos decepcionó enormemente, sencillamente porque casi no había playa. Los restaurantes de turistas están ocupando todo el espacio de arena y el mar llega a las hamacas de dichos restaurantes, sin ningún espacio de arena para caminar; igualmente buscamos un hueco para darnos un baño en las aguas del Golfo de Tailandia. De continuo pasaban tanto locales como extranjeros repartiendo panfletos para asistir a fiestas locas de DJ’s donde se consumen todo tipo de drogas, y donde a veces terminan en tiroteos como sucedió el día anterior según nos contaron.

Por la tarde regresamos al pueblo con la intención de comprar algunas frutas y cosas a precios razonables para el resto de los días no tener que movernos mucho, ya que en las playas todo es mucho más caro.

Nuestro segundo día fue el que quedaría marcado; la mañana fue muy bonita, caminamos por la carretera hasta la cercana playa de Sokha, la cual es prácticamente privada en su totalidad debido a un gran hotel de lujo que se ha hecho con la playa; de todas formas la atravesamos caminando, llegando hasta una villa en el otro extremo.

Al introducirnos en la villa y ver la vida de la gente nos dimos cuenta que acabábamos de entrar en otro mundo. La villa está asentada a orillas del mar completamente llena de restos de peces muertos, plásticos, basura…y un olor fuertísimo. Aquí tuvimos el primer contacto con los tímidos niños y la gente local; compramos algunas frutas y comimos en un restaurante, aunque más bien parecía la casa de alguien; nos sirvieron un poco de arroz cocido y los seis pescados que tenían en una parrilla, todo por un par de dólares.

Volviendo a la playa por el mismo camino, un grupo de jóvenes camboyanos nos llamaron, y uno de ellos que hablaba buen inglés nos pidió que nos quedásemos para hablar con ellos y pasar un rato; su simpatía y la buena oportunidad para conocer más por Camboya nos hizo quedarnos.
Sukha Peng me contaba que estaba todo el mundo muy apenado por la pérdida de las playas; entonces me comentó que debido a la venta de arena (mar adentro) a Vietnam y otros países, durante la época de lluvias, ésta se llevó toda la arena de las playas compensando así la perdida de la arena vendida, entonces entendimos el por qué ayer vimos la playa así.
Más tarde pasamos un rato en la playa de Sokha, antes de tomar el camino equivocado; sin pensar en la cantidad de robos que hay en Sihanoukville, decidimos regresar por un camino más corto, por las piedras de la costa entre playa y playa donde apenas se distingue un sendero transitable, pero que de todas formas no implica dificultad alguna.
A mitad de camino dos chicos nos saludaron, y un mal presentimiento que no hice caso se me pasó por la cabeza; efectivamente pocos segundos después escuche un grito de María detrás de mí: -¡la cámara! Uno de los ladrones la había adelantado con intención que yo no tuviera tiempo de reacción, el otro la había arrancado la bolsa de la cámara de fotos a la fuerza; en su interior estaba la cámara, las baterías, el mp3, el móvil, el pen-drive y tarjetas de memoria, (en total 550 € de material). María reaccionó rápido siguiendo al ladrón quien se escabullo entre las piedras costeras y seguro tenía su camino de escapatoria bien estudiado; el otro ladrón me hizo frente con intención de escaparse y no ser seguido, o con la intención de coger la mochila que era donde estaba el dinero y los pasaportes. Frente a mí, el ladrón sostenía un palo bien gordo de un metro con posición de usarlo en cuanto me acercase; fueron 5 segundos cruciales; mi ira no me hizo pensar en el riesgo que podía correr, y la rabia que tenía me hizo actuar primeramente con una sandía de 2,5kg que habíamos comprado en la villa, rompiéndosela al ladrón en la cabeza al tiempo que recibía un estacazo en la parte superior interna de mi pierna izquierda; sin sentir dolor (ni siquiera recuerdo el golpe) lo puede echar al suelo donde forcejeamos por un tiempo que pareció eterno; por un momento lo golpeé en la cara sin piedad, después caímos rodando por un terraplén entre bardales, y tras un forcejeo más se me escapó y lo seguí. De repente escuché disparos y me asusté mucho pues pensé que podrían ser del ladrón o algún cómplice; pero en el momento vi a un hombre bien vestido con la pistola y me di cuenta que era un policía; mientras éste disparaba al ladrón me reencontré con María y corrí por el ladrón monte arriba descalzo (perdí las chanclas en la pelea); al llegar arriba otro hombre había capturado al ladrón y no pude evitar golpearlo de nuevo pues acababa de perturbar nuestro viaje, nuestra aventura, y su cómplice nos había arrebatado nuestros recuerdos y una de las pocas cosas con valor material que tanto hemos cuidado durante todo éste tiempo. Con el ladrón detenido nos sentimos con una pequeña esperanza, no había sido un robo al descuido, ¡al menos habíamos capturado a uno de ellos! De camino a algún lugar con los dos policías, María también quiso descargar su rabia y golpeó al ladrón en la espalda, con tal infortunio que el policía lo golpeó también con un palo, impactando en la mano de María produciéndola un enorme hematoma, y rompiendo la pulsera que tenía que a su vez la produjo dos profundos cortes en la muñeca.
Llegamos a una especie de casa y sentí algo en la pierna, cuando miré vi el gran hematoma que tenía en la pierna, el cual creció desmesuradamente y en los próximos días el “moratón” llegaría desde la rodilla hasta la ingle abarcando una gran superficie.
Fueron llegando policías, gente local y hasta curiosos turistas haciendo fotos; los policías detuvieron dos chicos más que nunca supimos por qué, y con los tres en el porche de una casa, les hicieron desnudarse y quedarse en ropa interior, después los azotaron en la espalda con una correa. A partir de aquí la cosa fue degenerando mucho y no entendía mucho los métodos policiales; hicieron fotos del ladrón, de nosotros y de nuestras heridas; cuando fui a buscar mi calzado, un policía venía con las chanclas mías y las del ladrón, con el palo que me golpeó y con la media sandía que quedó. Éstos tomaron el palo e hicieron fotos de mi herida junto al palo y el ladrón…

Finalmente fuimos a comisaría para hacer la declaración, al tiempo que me di cuenta que en la bolsa de la cámara estaban las llaves del hotel con el nombre del mismo y el número de habitación; estaba bastante claro que el ladrón no se iba a meter en la boca del lobo, pero fui rápido con un policía al hotel para cambiarnos de habitación.

La declaración y todo el proceso fue un rollo y un teatro, desde el primer momento me di cuenta que la policía ya tenía su trofeo (gracias a mi) y no iban a hacer mucho más; el mismo caco que me golpeó, con el que peleé, decía tan tranquilo, que él, no había hecho absolutamente nada…acto seguido tuvimos que ir a un hospital privado donde pusieron a María cuatro puntos de sutura en la muñeca.

En la mañana siguiente la policía nos dio una pequeña esperanza, (aunque nunca nos hicimos ilusiones); el ladrón había confesado cosas diciendo que en la acción eran tres, (no vimos a uno) y dio el apodo de quien se llevó la cámara; según la policía estuvieron preguntando pero es muy complicado…

Los días posteriores vagamos en el cuarto del hotel como zombis, yaciendo en la cama, dando vueltas al asunto; para mucha gente será difícil de entender tanta preocupación por una cámara de fotos, pero el tema es que hemos sido tan cuidadosos siempre que nos ha dolido mucho; estaba claro que si nos robaban era muy difícil al descuido, tenía que ser a la fuerza. No sólo el robo, sino la violencia que hubo, te deja unos días tocado…

Después comienzan los absurdos: -“Si hubiéramos…” salían tantos, que no parábamos de sacar más y más, alargando así el mal rato.

Pasamos varios días en Sihanoukville, dando una oportunidad por si aparecían las cosas; el último día estábamos un poco mejor moralmente, quizá porque teníamos en mano unos billetes de autobús para dejar este lugar que en realidad nunca encajó con nosotros.
Paseamos por un mercadillo nocturno en busca de comida local barata, pero nos encontramos con cosas poco apetitosas como ranas fritas, lenguas de pato, una especie de cucarachas fritas… Así que después de todo saltamos nuestra dieta base de noodle de sobre, y nos dimos una buena cena en un restaurante turístico, no por mucho dinero, pero donde comimos fenomenal (hacía meses); seguro que nadie en aquel restaurante disfrutó aquella cena tanto como nosotros…

Sihanoukville quiso dejarnos sólo malos recuerdos, y el manager del hotel, quien era un rácano, un timador y un sacadinero, a pesar de saber todo lo que nos había ocurrido, nos quería hacer pagar las llaves robadas, las cuales costaban lo mismo que la habitación. Tuvimos una fuerte discusión con el tipo hartos de tanto robo; al final tuvimos que pagarle 10.000 Riel (2,5 Dólares) y casi que salir corriendo y dejar esta maldita ciudad.

El bus nos lleva en 4 horas hasta la capital de Camboya, Phnom Penh; la cual nos resulta bastante desdejada y cutre en comparación con las ciudades vietnamitas.
En el centro de la ciudad hay un famoso lago, el Boeng Kak que es donde se alojan todos los extranjeros, aquí hay hostales baratos, restaurantes y agencias de viaje que te hacen la vida fácil, con autobuses a todas partes y la posibilidad de hacer visados a cualquier país alrededor de Camboya.
Un chico nos comió la cabeza en la calle para estar en su hostal, en el que pasamos una noche, la verdad es que era un sitio muy bonito, buen ambiente, pero el cuarto era en el peor que estábamos desde Pakistán, un autentico zulo que cambiamos al día siguiente por un hostal del mismo precio (4 US$); el doble de grande y más tranquilo, excepto por las noches cuando llegan los extranjeros borrachos poniendo música a tope, o cuando alguno de ellos tiene problemas con alguna prostituta y se escuchan gritos, golpes, lloros…una locura.

En Phnom Penh no hicimos otra cosa que descansar la mente, tratar de ir curando las heridas y visitar alguna clínica, ascendiendo así los costes del robo unos 150 Dólares más.

20 noviembre 2009

EL DELTA DEL MEKONG

El río Mekong nace en el altiplano tibetano y recorre 4.500km entre China, Myanmar, Laos, Tailandia y Camboya, para desembocar en uno de los deltas más grandes del mundo en el sur de Vietnam; el río de los “Nueve Dragones”, así es llamado en Vietnam.
El Delta del Mekong se divide en dos brazos principales y uno de ellos en muchos otros más pequeños; en nuestro camino desde Saigón, pasamos el primero de ellos a la altura de Vinh Long, y más tarde nos detuvimos en la carretera por mucho tiempo sin saber por qué, hasta que nos dimos cuenta que el segundo brazo no tiene puente y cruzamos con un transbordador, llegando así a la ciudad más grande del Delta, Can Tho.


Lo que primero nos cautivó del Delta son sus frutas; es un lugar tan fértil que se dan multitud de frutas tropicales deliciosas, las cuales se adquieren por muy bajo coste; una vez más encontramos “jackfruit” la fruta enorme que probamos en Sri Lanka por primera vez; también hay Durian, una fruta de la misma familia del jackfruit que desprende un olor muy muy desagradable, mangos, lichis, rambután, fruta del dragón y un innumerable más…



El mercado está junto a un gran canal del Mekong donde llegan las barcas cargadas de frutas, pescado, vegetales…



Varios cientos de años atrás en el tiempo, el Delta era parte del gran imperio Khmer, conocido hoy en día como Camboya; por ello aún queda gran cantidad de población de descendencia Khmer.
Por primera vez vemos un templo budista khmer, bastante diferente a cualquier otro; éstos suelen tener formas más alargadas, más en punta, de colores llamativos dorados, y las representaciones de Buda o monjes tienen unos largos gorros cónicos.



Lo que verdaderamente nos trae a éste lugar, son los mercados flotantes; nunca habíamos visto uno autentico, así que decidimos hacer un pequeño gasto extra haciéndonos un “tour” por los canales del Delta.
Las primeras ofertas que nos salieron ascendían hasta casi 14€; pero investigando por los embarcaderos, sin tratar con intermediarios, conseguimos un precio de 8€ por un paseo de 5 horas visitando un par de mercados; la experiencia fue realmente gratificante.

Comenzamos muy pronto en la mañana; entre un amanecer espectacular se divisaban las siluetas de las barcas con las palmeras como telón de fondo.


La gente más humilde del Delta suele vivir en la misma orilla del río, en casas de madera soportadas por pilares dentro del agua y un tejado de chapa en ocasiones hundido y muy deteriorado. El canal es el día a día de esta gente, es su sustento de agua para beber, donde se encuentra su comida, lo que hace de cuarto de baño, sus “carreteras”… A lo largo del canal hay gasolineras al igual que si fuese la autopista principal.



A tan sólo seis kilómetros esta el primer mercado flotante llamado Cai Rang; con los primeros rayos del sol vimos a la gente intercambiando sus productos, comprando…Barcas cargadas hasta los topes de piñas, (una piña cuesta 0,08€); barcas que sirven cafés, o barcas restaurantes donde se puede comer unos noodle; todo muy barato.



Una hora más tarde siguiendo el canal llegamos a un mercado flotante más pequeño pero más bonito y autentico, pues la mayoría de las barcas son de remos, el mercado de Phuong Dien. Barcos cargadísimos de plátanos, y al igual que en el otro mercado la gente intercambiando desde sus barcas; que se chocan unas con otras amontonadas.
La mujer que nos llevaba en el bote se portó muy bien en todo momento, nos había comprado una piña y nos la pelo de una forma que suelen hacer aquí en Vietnam, dejando el tallo para agarrarla cómodamente.



El regreso a Can Tho fue a través de estrechos canales que nos recordaban mucho a las “Backwaters” de Kerala en India, entre una espesa vegetación de arboles cargados de frutas y con pequeñas villas a los lados del río.



Este mismo día dejamos Can Tho y nos dirigimos al este, a Soc Trang, una pequeña ciudad cargada de cultura khmer.
Aquí nos damos cuenta claramente de la gran influencia hindú durante la época del gran auge del imperio Khmer; la pagoda de Barro nos recuerda a aquellos templos hindús llenos de tierras, fotos de santones, luces de colores, cintas, velas y figuras de animales mitológicos; casi todo dentro de la pagoda es de barro, y hay figuras de elefantes, tigres, camellos, dragones…



Otra de las pagodas es mas del estilo de las que vimos en Can Tho, la Pagoda de Kh’leang; de color dorado con una especie de stupas con figuras de cobras con varias cabezas, un simbolismo claramente hindú.
También había un cementerio, y las tumbas eran pequeñas stupas con unas puertas en la base donde se encuentran las cenizas del muerto, o muertos; varias de las stupas tienen en la punta cuatro caras de Buda.



En las fueras de Soc Trang está la Pagoda de los Murciélagos, nuevamente khmer, del estilo de la última, con la única anomalía de que alrededor de ésta viven unos enormes murciélagos de hasta metro y medio de envergadura, que no paran de hacer ruido en la copa de los árboles.



Dejamos el Delta y nos adentramos en el corazón del pantanoso extremo sur de Vietnam, Ca Mau. En Ca Mau disfrutamos de todas esas deliciosas frutas que nombramos al principio, además aquí hay: “mercado de la mañana”, “mercado central”, “la calle del mercado” y “mercado flotante”; así que fruta no falta, y a precios increíbles.



Ca Mau está atravesado y rodeado de canales que nuevamente son las carreteras principales y el sustento de toda la población.



En uno de los mercados encontramos nuevos productos a la venta como serpientes, unas de ellas de gran tamaño y peso; y junto a ellas venden también ratas de varios tamaños para el consumo humano, había una chica encargada de matarlas, destriparlas, cortarle las patas…un trabajo un tanto desagradable.



En nuestro camino a la frontera sur de Camboya, no hay carretera alguna, tendríamos que regresar a Can Tho, por lo que tomamos una lancha-bus hasta Rach Gia. La lancha era pequeña, hermética, con dos líneas de asientos para dos personas cada línea, pero como la lancha paraba por todos los embarcaderos, también llenaron el estrecho pasillo con sillas de plástico para meter más gente, por lo que la lancha iba maciza de personas completamente.


La lancha nos dejó lejos de Rach Gia, frente a la mafia de moto-taxis que nos negaban la existencia de un autobús, por lo que terminamos caminando como 5km hasta el centro de la ciudad donde en la estación tomamos un bus para así continuar hasta Ha Tien donde pasamos nuestros últimos días en Vietnam.
Este camino fue realmente bonito, de nuevo vemos formaciones kársticas salteadas por la llanura, y nos encontramos de nuevo con el mar, en el Golfo de Tailandia.
Parece que Ha Tien se está promocionando mucho para turismo local, y está un tanto sobrevalorada, por lo que nos costó encontrar algo económico; la ciudad yace junto al río que desemboca en el Golfo, en un lugar muy tranquilo y pequeño donde descansamos tres días.



Hasta 1.708, Ha Tien era parte de Camboya, antes que eso, los khmer nombraron a un gobernador chino para Ha Tien, llamado Mac Cuu, quien está enterrado aquí en una tumba muy colorida con dragones y otras figuras; aparte de Mac Cuu, está enterrada toda su familia; junto al cementerio hay una pagoda y además visitamos alguna que otra más por la ciudad.



Aunque en el mercado se encuentran muchas frutas, ya no es lo mismo que los sitios de donde venimos; se ven gran cantidad de diferentes pescados y moluscos que venden en la calle al sol sin temor a que se pudran, pues la temperatura aquí supera lo imaginable; el Delta en general es caluroso, pero aquí es fuego autentico, con una humedad que supera el 90%.



En Ha Tien existe una pequeña agencia turística bastante legal y con ánimo de ayudar al viajero; para empezar tienen internet gratuito para quien sea, independientemente si se contrata algo o no. Éstos además tienen autobuses que van a la capital de Camboya, o a Sihanoukville que es donde nos dirigimos nosotros, por 15US$. Este viaje por cuenta propia saldría muy parecido de precio debido a la mafia de las motos, y a la inexistencia de transporte público al otro lado de la frontera; así que la mejor opción fue tomarlo…