01 octubre 2009

AUTOSTOP ENTRE PIEDRAS KARSTICAS

No hay comparación de la primera entrada en China desde Pakistán, a cruzar la frontera desde Macau; la inmigración no duró ni media hora y nadie nos tocó las mochilas.


La noche anterior habíamos estado preparando nuestros carteles con caracteres chinos, para comenzar una nueva etapa de viaje en China muy diferente…nuestro objetivo: viajar en autostop…

En todos los países que hemos hecho dedo, al menos la gente sabía, qué estábamos haciendo ahí en la carretera bajo el sol con las mochilas en el suelo; en China esto es muy diferente. Para empezar, nuestro primer día tratando de viajar así desde la ciudad fronteriza china, fue decepcionante; lo primero es que en ciudades grandes hay tantas carreteras que uno no sabe para donde ir; lo segundo, la gente que nos confunde, como no entienden que hacemos con un cartel en la carretera se acercan y nos dicen: NO, y seguido nos sueltan un rollo en chino y nos mandan a la estación de buses porque piensan que es exactamente eso lo que estamos buscando.
Ningún coche se detuvo y decidimos seguir nuestro instinto para buscar la carretera de salida hacia Guangzhou; cuando creímos que estábamos en el sitio perfecto, se acerca un hombre en moto a decirnos: NO, y nos envía a la supuesta carretera que va directa a Guangzhou; pero cuál es nuestra sorpresa que otra mujer se acerca y nos dice: NO, mandándonos a la dirección contraria de donde estábamos; en ese momento hizo acto de presencia la policía, pero por su imposibilidad de hablar inglés los ignoramos y nos marchamos para evitar problemas. Cuando estábamos totalmente desanimados un taxista paró y nos dijo (con gestos) algo así como que nos llevaba a la estación de autobús y no nos cobraba nada por el viaje; éste taxista había pasado varias veces mientras hacíamos dedo y debía estar preocupado por nosotros. Fue decepcionante tener que tomar el autobús (que no es barato), pero todo quedó enormemente compensado por el buen corazón de aquel taxista.

Una vez en la estación es fácil elegir destino; nos dirigimos a 4 horas de aquí, en la misma provincia en la que estamos, Guangdong, a la ciudad de Zhaoqing donde nos aloja un chico muy muy simpático y gracioso de CS, Rantu.

Rantu nos recibió con un pastel que había preparado él mismo, y una cena a base de verduras y arroz; en todo momento Rantu nos contaba algún chiste, es una persona que la encanta estar feliz y ver a todo el mundo contento.


Entre otros temas salió el ya clásico de los hijos en China; nos comentó que la gente tiene gran preferencia por tener un hijo (masculino), y que por culpa de eso ocurren horribles casos como el de un conocido suyo. Este chico tuvo su primer descendiente y fue una niña, no contento con ello se atrevió a tener un segundo para ver si era niño, y efectivamente lo fue; debido a la ley de un solo hijo y que este chico trabajaba de profesor (puesto del gobierno), con dos hijos perdería fácilmente su puesto de trabajo, por eso envió a su primer descendiente (niña) con otra familia para que nadie sepa que es hija de él, así pues los encuentros de ésta niña con sus padres son ocasionales y ningún tipo de trato padres-hijos en público para no ser descubiertos.

A parte de estas cosas, Rantu nos enseñó cosas tan interesantes como el Feng Shui del que tenía mucha curiosidad por aprender. Es algo muy difícil de explicar pero podríamos decir que es algo así como la construcción de edificios, ciudades… colocación y distribución de objetos cotidianos en la casa... para que todo este en armonía. Ejemplos podrían ser la construcción de un pueblo dentro de la curva de un rio o carretera para que la energía quede concentrada; la construcción de un edificio más alto que otro en la parte trasera y nunca frente a la puerta; o cosas tan simples como la apertura de una puerta en la casa con un mínimo de 90 grados, es decir no abrir una puerta con trastos detrás y que no se pueda pasar bien. Todas estas cosas favorecen a un buen Feng Shui, pero esto es tan sólo una pequeñísima idea de esta amplia doctrina.

Zhaoqing no tiene mucho que ofrecer; el día que pasamos allí salimos fuera de la ciudad por recomendación de Rantu, tras un desayuno típico cantones, llamado “Intestinos de noodles de arroz”, (se llama así pero no son intestinos, se trata de pasta de arroz con huevo y champiñones); el desayuno de los tres costó 1,1€ con tés incluidos, por fin volvemos a los precios baratos…

La recomendación de Rantu era una montaña sagrada llamada Dinghu, a 18km de la ciudad. Íbamos con intención de dar una vuelta y mirar, porque no queríamos pagar los 7€ que vale por entrar. Así que una vez allí nos colamos por el bosque, pasando entre casas bastante humildes con los animales enfrente de las viviendas; sin querer aparecimos en un camino directo al recinto de la montaña pero cuando llegamos a la carretera (ya dentro del lugar), varios militares nos estaban esperado; éstos sin ser bordes ni decirnos nada nos acompañaron a la entrada, y cuál es nuestra sorpresa que habíamos entrado en un terreno perteneciente a una base militar…
Con las mismas nos marchamos y visitamos el pueblo, saliendo caminando de él y encontrándonos varios pescadores en un lago, quienes usan enormes redes con las que peinan todo el estanque capturando gran cantidad de peces; una fila de hombres y mujeres tiraban de las redes hacia la orilla para recolectar las presas. Uno de los pescadores me mostró una enorme sanguijuela, de mucho mayor tamaño de las que habíamos visto en Sri Lanka y otros países, unos 10cm de largo.


Al encontrarnos cerca de la carretera principal hacia Zhaoqing, decidimos probar a hacer dedo, y funcionó con el primer coche que pasó; esto nos indica que en China es muy importante colocarse en la carretera que va directa al destino. Por primera vez usamos una carta que nos escribió Lana (véase Shanghai) en la que está escrito en chino mandarín, una presentación de nosotros, de donde somos, nuestro viaje y forma de viajar, y en definitiva: que si pueden llevarnos gratis. Los chicos aceptaron y nos llevaron, lo malo es que hubo un mal entendido y nos llevaron donde no era, aunque en realidad después nos dimos cuenta que nos habían hecho un favor, pues nos habían dejado en la parte norte del bonito lago de Zhaoqing, junto al “parque de los riscos de las siete estrellas”

Aquí es nuestro primer encuentro con estas curiosas formaciones de roca caliza que veremos en los próximos días, y que tanto caracterizan a ésta parte de China. Los peñones calizos son tan característicos debido a la disolución del carbonato cálcico por el efecto del agua de lluvia, formando cavernas, hundimientos en la roca, o simplemente extrañas formas; a esto se le denomina terreno kárstico.


El intento fallido del primer día no hizo que nos rindiéramos, y desde Zhaoqing volvimos a la batalla en una mejor posición para hacer autostop.
Nos preparamos bien con dos carteles diferentes uno hasta Wuzhou a mitad de camino y otro hasta Yangshuo, para el gran reto de 600km ni más ni menos.


Pero según nos colocamos en la carretera un hombre se acercó para decirnos: NO, haciéndonos señas de ir más adelante, fuimos impacientes y tras 20 minutos pensamos en continuar caminando para buscar mejor sitio; justo en ese momento llegó la alegría, un hombre paró y le entendimos que nos sacaría de la ciudad pero lo cierto es que nos llevó por unos 20 minutos en dirección a Wuzhou, dejándonos en mitad de la nada, pero un lugar ideal para continuar. Tras media hora de espera, (bastante aceptable) nos recogió un hombre que nos llevó hasta Wuzhou, y con nuestra “chuleta” de chino mandarín le dijimos de dejarnos en el cruce a Yangshuo. Así entramos en la provincia de Guangxi.

Lo malo del autostop en China es el silencio, en los coches no podemos hablar nada con la gente, sólo hacemos intercambio de sonrisas y el conductor nos hace señas de los radares de la policía y las posibles multas…

Otra cosa que tiene mala el autostop aquí es que la gente entiende que han de ir al destino que tú sugieres con el cartel, y no, que pueden llevarte un tramo y así tener más oportunidades. Esto nos pasó en Wuzhou, donde casi que tuvimos que parar un coche a la fuerza para pedirle que nos llevase al siguiente cruce a unos 10km; estuvimos como cinco minutos explicándoles esto y al final usaron la única palabra que sabían en inglés, “Money”, (dinero), pero la carta “mágica” funcionó y al leerla aceptaron llevarnos gratis.

Sólo 20 minutos más en el buen cruce y un cochazo nos cogió para llevarnos el resto de camino (5 horas) hasta Yangshuo. Eran tres hombres y el conductor nos mostró una placa de policía; sólo sabía decir en inglés: Bonito, hombre y policía.
La policía no son nuestros mejores amigos en China pero estos chicos se portaron excepcionalmente con nosotros; al poco de recogernos pararon en un pueblo y nos invitaron a comer, uno de los platos eran patas de cerdo, lo cual descubrimos una vez masticando la dura carne.

Mientras los otros conductores estaba preocupados por los radar de la policía, el policía que nos llevaba se saltó todas la leyes posibles: exceso de velocidad, adelantamiento en línea continua y coches de frente que se tenían que apartar a nuestro paso, intimidación al resto de vehículos, sin cinturón de seguridad en la autopista, y por supuesto no pagó ni un solo peaje.

Bastantes kilómetros antes de Yangshuo, comenzó el espectacular terreno kárstico; una llanura repleta de pequeños riscos salteados de diferentes alturas y formas, un lugar increíblemente bonito.
El policía, llamado Didi, y los amigos se portaron mejor que bien, saliéndose de la autopista y dejándonos en el mismo centro de Yangshuo.


Aquí contactamos con un chico de CS, Walter, que trabaja en un instituto de inglés y que ofrece cama y comida (en días laborables) a cambio de 2 horas de trabajo en una sección llamada “English Corner” (Rincón de inglés), donde nosotros junto a otros voluntarios tenemos que hablar con los estudiantes para que practiquen su inglés.
Según nos mostró el cuarto caímos rendidos en la cama, derrotados por tan largo día que sumándole las altas temperaturas y humedad se hace aún más agotador.

Yangshuo es muy bonito, a pesar que todo está lleno de restaurantes para turistas, tiendas de souvenirs y éstas cosas, el pueblo es tranquilo y con buen ambiente; calles empedradas con puentes también de piedra…en la misma población se alzan varios peñones kársticos, los cuales son de pago; pero la mejor vista sin duda fue la del río Li, con todos los riscos al fondo.


Los mercadillos de gente vendiendo sus productos en canastas o en el suelo, siempre es la mejor forma de ver la vida local.
Por otra parte los parques chinos están llenos de vida, a los chinos les encanta jugar a las cartas, y otros juegos típicos, y se reúnen todos formando grandes corros de gente. Tampoco faltan las mujeres que leen la mano y te predicen el futuro.


La mejor forma de conocer ésta curiosa topografía kárstica, es alquilar una bicicleta por 5 Yuan y salirse de los lugares de pago y masificados.
Así pues rodamos hacia las afueras de Yangshuo en un caluroso día, con la mochila llena de litros de agua, hasta el puente del río Yulong donde hay una fantástica vista del entorno.


Con el camino colándose entre diferentes riscos, rodamos sobre un asombroso lugar de arrozales con villas salteadas; en ocasiones si nos acercamos mucho al río, nos “atacan” las mujeres que alquilan viajes en barcas de bambú. Incluso se lo han montado tan bien que en un momento dado parece que la carretera muere y se ha de tomar una barca al otro lado, (ellas dicen que no hay mas caminos), pero siempre hay otras soluciones.


Con el sol apretando mucho nos perdimos por algunas villas apareciendo finalmente en la carretera nacional desde donde fuimos hasta el Puente del Dragón, un bonito y viejo puente curvo de piedra.


Tras la retirada a Yangshuo conocimos a nuestros nuevos compañeros de habitación; Jau-Ruey, una chica canadiense que vuelve a Canadá después de 10 años trabajando en Taiwán, y Stephen, un irlandés que lleva vagando por el mundo 2 años y medio al igual que nosotros.

El lunes fue el único día que pudimos participar en el “English Corner” puesto que llegamos en fin de semana; fue una experiencia bonita. Walter nos puso en parejas, a mi con Jau-Ruey y a María con Stephen, y nos dio un tema para hablar con los estudiantes, aunque ese tema al final derivó en cómo es nuestro país, que hacemos, etc…
Una cosa que nos llamaba la atención son los nombres de los chinos que hablan inglés; así como Walter, quien es chino…Por lo visto se cambian el nombre por uno en inglés similar en pronunciación; por lo tanto nosotros solicitamos un par de nombres en chino… Así pues a María la llamaron “Guo Mol Li” (Guo por su apellido, en china se pone primero el apellido) lo bonito de los nombres chinos es que todos tienen significado, Guo Mol Li, se traduce como “Ciudad de Jazmín”
Para mí, David Sua, eligieron “Sui Tai Wei”; por lo visto Tai Wei es un nombre chino típico, de un héroe o algo así, y la traducción del nombre sería algo así como, “El lento paso del Hombre Grande”; suena más a indio americano que a chino…

Salimos de Yangshuo caminando e hicimos autostop, a los 10 minutos ya había parado un coche, que por cierto era de buen ver, y con unos chicos bien vestidos; fue una gran sorpresa cuando les mostramos la carta y nos dijeron “No free” (no gratis). Así que esperamos cinco minutos más hasta que parase una encantadora pareja de unos 50 años que nos llevó en un momento hasta Guilin.

Según las instrucciones del chico de Couchsurfing llegamos a su casa donde lo conocimos a él, J.C. de Francia, que lleva viviendo aquí tres años; y su novia Anna, que es china.
Como él trabaja en la universidad, nos dijo de comer en el comedor de los estudiantes así que cogimos unas bandejas y señalamos la comida que queríamos; yo vi algo rojo con buena pinta y lo pedí, luego me di cuenta que era rana, pero estaba buena.
La gran sorpresa es que J.C. y yo tenemos gustos musicales muy similares por lo que encajamos muy bien, también tenía una guitarra eléctrica que me prestó para los días que estuvimos allí; hacía que no tocaba éste instrumento más de 5 minutos seguidos desde hace 2 años y medio.

Guilin es más de lo mismo que Yangshuo, pero más ciudad; en realidad no es tan bonito como éste último.
Tiene varios riscos por la ciudad, todos de pago; pero realmente como más disfrutamos es caminado junto a ellos y junto al río Li, observando a la gente local, pescando, bañándose…


Lo más bonito de Guilin quizá sea el pequeño lago donde se alzan dos bonitas pagodas, con jardines bien cuidados como es de costumbre en China.


La caminata junto al parque de las siete estrellas fue muy buena también, con puentes de arcos, pescadores, recolectores de hierbas en el río, y unas aguas tan calmadas que hacían de un espectacular espejo para las rocas de los peñones.


Una actividad pendiente en China, era probar la carne de perro; y como J.C. conoce sitios, él y Anna nos llevaron a un pequeño restaurante. Pensábamos que sería caro, pero no, el kilo de perro cocinado cuesta 60 Yuan, poco más de 6€ acompañado con arroz blanco y verduras. Así pues pedimos medio kilo, puesto que María no estuvo dispuesta a comer perro o ni siquiera tomar el rico caldo de perro. Muchos se preguntarán, ¿a qué sabe?, bueno la verdad es que no puedo compararlo a nada, sabe a perro; un sabor un tanto fuerte, que podría asociar con la ternera, pero aún así, lejos de ese sabor.
Es muy graciosa la foto del restaurante donde sale el típico dibujo de un perro sentado con la lengua fuera, parece una tienda de mascotas en lugar de un restaurante.


En Guilin hay otras especialidades típicas que no tuve tiempo de probarlas como la sopa de serpiente, la rata de bambú (muy rica según J.C.), gato salvaje o el vino de bilis de serpiente…

Para despedirnos de Guilin y de la provincia de Guangxi, dimos un bonito paseo nocturno con nuestros amigos por el lago, donde se ven las pagodas iluminadas.


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