20 abril 2009

¡FELIZ AÑO 2066!

Tras el trekking de Langtang, los días transcurrieron tranquilos de nuevo en Katmandú; lo primero dejamos hecha la solicitud para la visa de China, una visa que siempre nos asustaba pero aquí el trámite parecía fácil; es más, cuando normalmente conceden 1 mes de validez, a nosotros dijeron de darnos dos meses.

Al día siguiente de llegar entre todos organizamos una bonita cena con la gente que habíamos encontrado en el trekking mas otros amigos, juntándonos 13 personas a cenar en un restaurante japonés en Thamel.

El resto de días los pasamos con Marzia y Edmundo con quienes conectamos muy bien; juntos fuimos a visitar Pashupatinath, un lugar que nos marcó hace siete años.
Pashupatinath es un lugar de culto hindú, donde la gente se despide definitivamente de los seres queridos quienes son incinerados en público para su paso a la próxima reencarnación.


Desde los ghat observamos el proceso completo de un numeroso grupo de gente que traía a una persona mayor en una “camilla” cubierta de flores; frente a la leña amontonada, un sacerdote pronunció una serie de palabras y luego dieron vueltas al muerto sobre la pila de leña. Sin camilla colocaron el cadáver sobre la madera, mientras colocaban flores alrededor y su gente cercana se acercaba a darle la despedida.
Seguido fue cubierto con paja mojada para evitar la morbosidad de ver el cadáver ardiendo, y unos hombres prendieron fuego a la madera, la cual comenzó a arder con rapidez. En este tiempo, las personas iban pasando arrojando un pequeño trozo de madera sobre el fuego.
Al contrario de la anterior vez que lo vimos, donde los cadáveres se retorcían tirando los troncos al suelo y aparecían los miembros del cuerpo hinchados; esta vez tienen sistemas más sofisticados, y con dos largos y gordos palos de caña sujetaban los brazos del muerto para evitar lo anterior descrito.


Nos sorprendió mucho la escasez de agua, el río se ha convertido en un “regato”, lleno de islotes de flores, sabanas y ropas que arrojan de los muertos, esto junto a las cenizas y brasas ha hecho tal cúmulo de material que casi no circula el agua.
También la gran atracción turística ha creado un montón de falsos shadus, quienes se pintan y posan para las fotos a cambio de dinero.


Otro día lo dedicamos a visitar la cercana ciudad de Bhaktapur, a 40minutos de bus; el histórico centro de Bhaktapur cuesta a los turistas 10US$; pero por supuesto nosotros buscamos nuestro acceso por otras calles secundarias evitando pagar este abusivo precio.
Bhaktapur es un lugar muy especial, con calles tranquilas por las que pasear, las viviendas son de ladrillo viejo y madera, con calles empedradas y adoquinadas con ladrillos; hay fuentes repartidas por todo el lugar con caños en forma de dragones…
Los templos están repartidos por todas partes, siempre siguiendo el estilo como en la plaza Durbar de Katmandú, de madera y varios tejadillos superpuestos.
A través de callejones aparecimos en la plaza de alfarería donde se esparcen por el suelo cientos de recipientes de barro.


Seguido llegamos al primer lugar impresionante de Bhaktapur, el Taumadhi Tole, una plaza con varios templos entre ellos el altísimo Nyatapola, con varias esculturas a lo largo de las escaleras.


Cerca de aquí está la enorme plaza Durbar, un lugar para deleitarse por horas con sus templos y esculturas en piedra.


De camino al Tachupal Tole, presencié un sacrificio de un búfalo; en principio no creí que harían algo así con el animal, pues al ser una cría lo confundí con una vaca (animal sagrado). Después de una serie de rituales metieron al animal en el templo abierto y lo ataron todas las piernas; el verdugo sin pensarlo más lo degolló y le cortó la cabeza por completo, la cual colocaron en el suelo, (aún en movimiento), mirando hacia el altar, y sobre la cual colocaron una mecha de fuego con unas flores.


Tras pasar al Nuevo Año nepalí, el 2.066 y que cayó el 14 de abril, fuimos a recoger nuestra visa China, la cual ha sido un proceso de lo más sencillo y tranquilo; finalmente como dijeron, nos dieron 2 meses de visado, evitándonos así vueltas que dar para posibles ampliaciones.

Y después de la triste despedida de Jay Ram y su familia, tomamos un autobús para dejar Nepal. El bus partió de Katmandú a las cinco de la madrugada, y fueron un total de 16 horas metidos en aquella caja destartalada; según llegamos al Terai, las llanuras fronterizas con India, notamos un calor como fuego, y un ambiente seco y polvoriento.
Hemos tenido bastante mala suerte en Nepal con los autobuses, debemos de tener algún imán especial para todos los chiflados porque una vez más el hombre que iba detrás de nosotros, aprovechó la parada del bus a la hora de comer, para acercarse a mí y decirme de muy malas maneras: -¿qué hacéis vosotros aquí? El tío estaba bastante borracho, y aunque después nos dejó tranquilos; de repente le dio de nuevo con nosotros, gritándonos en el bus –por qué estábamos aquí! Por lo menos la gente ya se percató de que este personaje buscaba problemas. El remate fue mientras María comía su sándwich, el tío se llenó la boca de agua o algo y escupió todo en el sándwich; entonces es cuando entran esas dudas…¿actuar con violencia?, pues el tío se lo merecía y ya hemos aguantado demasiado colgados en éste país; pero no, mejor nos contuvimos y pedí al revisor del bus que parase en la próxima estación de policía (aunque sabía que no sirve de nada pues la policía no habla una sola palabra de inglés) Con esto, para los revisores evitar problemas, lo llamaron la atención, pero él seguía a por nosotros, así que tomamos la opción de cambiarnos de lugar en el autobús. Más tarde, el susodicho, después de insistir mucho para parar a orinar al mismo tiempo que se caía por dentro del bus de la borrachera; el conductor, no lo esperó y lo dejaron en tierra.

Después de esto, ya no estábamos saliendo de Nepal, estábamos huyendo; hemos tenido mala suerte en dar con gente así; pero en general los nepalíes trasmiten poca confianza, y aunque hemos criticado duramente muchas actitudes de los indios, son en general bastante mejor personas que estos otros.


Pasando un parque natural ya casi de noche, el viaje se nos hacía pesadísimo, incomodo y todo tipo de calificativos negativos; totalmente en oscuridad llegamos a nuestro destino, a 9km de la frontera de India, Mahedranagar.
Buscamos rápido un hotel para pasar la noche, pero todos eran cutrisimos; cada vez que iba a ver uno y daban la luz, varias cucarachas enormes correteaban por el suelo a esconderse.

En la mañana siguiente nos acercamos al puesto de inmigración nepalí, y nos estamparon los sellos de salida sin problema a pesar que salimos del país con la visa caducada de un día…

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