27 marzo 2008

EL VALLE DEL OMO

A las 4:30am nos acercamos a la estación de autobuses, no es un bus especial, es la absurda hora de partida de la mayoría de autobuses en todo Etiopia. Quisimos intentar pasar página Arba Minch pero no pudimos, la mañana la empezamos discutiendo y gritando con el tío que subió las mochilas al bus, y a quien dijimos de subirlas nosotros porque no queremos pagar extras de “blancos”, como dicen ellos.

De camino, los niños en la carretera se dedican a hacer acrobacias mientras pasa el bus, para que la gente les tire las botellas de agua vacías. Konso es el primer pueblo en el camino, donde se halla la tribu de este mismo nombre; aquí vemos a las mujeres con una vestimenta muy peculiar.



Pero en Weito fue el primer gran impacto, se acercaron los primeros habitantes de la tribu Tsemay con sus coloridos colgantes y brazaletes, fueron pacíficos pero con el kalasnikov al hombro. Desde aquí se sucedieron grandes rebaños de vacas llevados por los Tsemay.


También empezamos a ver cómo funciona esto; el Omo es relativamente “turístico”, y la gente de las tribus aprovecha esto para sacarse un dinerillo; una foto se cotiza entre 1 y 3 birr. Nosotros no somos partidarios de apoyar éste sistema, aunque es cierto que hemos pagado un par de fotos, por tener alguna buena de recuerdo; el resto que pondremos son fotos “robadas” que hicimos con la cámara colgada al cuello y disparando; una gran pena, pues éste lugar es para pasarse el rato haciendo fotografías.

En vez de llegar a Jinka nos bajamos en Kay Afar pues hemos coincidido con el mercado del jueves; los mercados en el valle del Omo es lo que realmente tiene interés pues se mezclan las tribus para compra-venta de sus cosas.

Kay Afar pertenece a la tribu Banna; pero en este día, tanto Banna como Tsemay se mezclan en el colorido mercado, vendiendo frutas e instrumentos artesanales como un pequeño banco que siempre llevan a cuestas para ponérselo en el cuello cuando duermen, o potes para transportar alimentos, leche…, hechos de calabaza.


Aquí van algunas de las fotos que pudimos sacar de los Tsemay, quienes van con muy poca ropa normalmente y con una decoración muy sencilla pero colorida; algunas de las mujeres jóvenes van con el pecho descubierto.


Los Banna, se suelen decorar el pelo con barro, (al igual que los Hamer), por lo demás es muy parecido a los Tsemay; al menos para nosotros…


Esta tribu al igual que los Hamer tienen la tradición de saltar vacas cuando el niño pasa a hombre, es algo muy importante para ellos y por lo que entrenan mucho; pues si el hombre falla cayendo en los saltos, es azotado por las mujeres. Es una suerte que este evento coincida, y coincidió! Pero debido a la lluvia fue cancelado.
También era muy curioso cómo la gente nos tocaba el pelo de la cabeza, piernas o barba, (ellos no tienen pelo en piernas o brazos), les llamaba mucho la atención, pero lo más extraño era, que después de tocarlo se olían la mano con una cara de asco!… no entendemos por qué…

Hasta aquí llegamos bien, pero al día siguiente cuando quisimos ir a Jinka, nos dimos cuenta de la complicidad de moverse por éste vasto y duro área. En la mañana conocimos un neo zelandés que afrontaba su segundo día esperando transporte para Dimeka (tribu Hamer). Nosotros esperamos sólo 6 horas hasta el bus que viene de Arba Minch para tirar a Jinka; pero durante la mañana nos desanimamos mucho, por lo de siempre; la gente. Aquí se usa como medio de transporte los camiones Isuzu, pero, o no nos querían llevar porque somos blancos, o nos aumentaban el precio un 500% el coste real; muy mala gente. El neo zelandés tuvo que ir en un jeep de turistas privado por un pastón.
Nosotros nos hicimos amigos de un local que iba para Jinka, y nos ayudó, pues nos fuimos hasta mitad de camino por el precio normal, en un camión de obras, y desde allí enlazamos con ese único bus que viene de Arba Minch.

Seguimos sin buena suerte, el día de mercado en Jinka, se junta con un importante partido de fútbol local, y todos los hoteles están completos; después de varias horas localizamos un hotel de gente local. Aún no sabemos como pudimos dormir en aquel lugar; sobre nosotros había un pajar lleno de ratas que correteaban toda la noche, debido a las ratas el techo estaba lleno de garrapatas, que caían a la cama continuamente; eso por no hablar del condón que encontramos entre las sabanas…tuvimos que montar un gran tenderete de protección con los sacos y la mosquitera. Lo del condón lo entendimos mas tarde cuando vimos hombres viniendo con prostitutas de 15 o 16 años… Al amanecer salimos corriendo de allí y dejamos las mochilas en la habitación de una pareja israelí que conocimos en Kay Afar; hasta encontrar hotel o decidir que hacemos.

La vida en Jinka se desenvuelve en la pista de hierba del aeropuerto, donde la gente yace en el césped o las vacas pacen; el problema viene cuando aterriza o despega un avión que tienen que quitar a las vacas de la pista.
Pero el sábado, lo que adquiere protagonismo es el gran mercado, y gente de las tribus que ya hemos visitado vienen aquí, en territorio Ari, muy cerca de los Mursi, quienes también se acercan a la ocasión.
Los Mursi son una tribu muy peculiar; las mujeres se cortan el labio inferior y arrancan los dientes para colocarse un plato labial, según ellos es un símbolo de belleza, y toda mujer ha de llevarlo si quiere conseguir pareja. Veníamos con esperanza de encontrar algún Mursi, y tuvimos suerte, vimos varias mujeres; que nos localizaron antes ellas a nosotros, que nosotros a ellas, porque querían que las haríamos una foto, ésta fue una de las dos fotos que negociamos y la última, porque fueron muy agresivas; acordamos un precio de 2 birr, y luego querían 4 birr, gritándonos muy agresivamente; la gente simplemente nos dijo: Son Mursi, no tienen cabeza… En ese momento nos alegramos un montón de haber tomado la decisión de no ir a ver el poblado Mursi; donde hace falta alquilar un jeep, y pagar una serie de entradas a parques nacionales, e incluso a la villa!
Estas son algunas fotos que pudimos “robar” de ésta tribu:


El mercado es del estilo de Kay Afar, solo que menos colorido, aunque más grande y con muchísima gente; entre la multitud fue sorprendente encontrarnos al japonés que perdimos en el norte de Sudán.


Pasamos éste día con Asaf y Sigan, la pareja israelí, y marchamos a una villa cercana, Gasar; por allí no se acercan muchos turistas y fue la revolución, a nuestro paso se iban pegando todos los niños del pueblo, llegando a hacer un grupo realmente numeroso.


De regreso a Jinka paramos en el museo del Omo, donde tienen objetos de diferentes tribus que hoy día siguen utilizando; y vimos un audio-visual sobre una de las tribus más destacadas de la zona, Los Hamer, a quienes no iremos a visitar porque los conductores no nos lo ponen fácil, como ya explicamos anteriormente.

Para salir del valle del Omo debemos seguir el mismo camino hacia Arba Minch, pues cruzar el rio Omo requiere muchísima preparación y no es posible para nosotros. Así pues, luchamos en la estación de buses corriendo con la gente y a empujones por conseguir una plaza; solo es un bus al día y si lo quieres tomar, te has de comportar como ellos.

Arba Minch fue un punto de descanso para unos días, ya que últimamente no paramos a asimilar lo que vamos viendo; pero inesperadamente la estadía se prolongó.
El día 24 de marzo fue un día especial, el aniversario de viaje; 1 año en ruta. Lo celebramos en un bonito restaurante, con comida diferente, y en compañía de la pareja israelí, y un chico de Singapur.


Al día siguiente lo celebramos de una manera muy diferente; durante la mañana me sentí muy débil con dolor en todo el cuerpo, por la tarde la temperatura corporal subió en 3 horas de 36,5º, a 38,5º ; a pesar que estamos tomando la profilaxis contra la malaria, parecía que los síntomas apuntaban a eso. La fiebre subía muy deprisa y fuimos al hospital de Arba Minch; durante el camino, a pesar de andar con la ayuda de María y tambaleándome, no impidió a los niños que nos gritaran pidiéndonos dinero agresivamente como siempre.
El hospital es inhumano; las camillas son grandes armazones de hierro roñoso, y parte de los enfermos están en la calle con mosquiteras. En la consulta del doctor entra todo el mundo a la vez sin respetar al resto de enfermos; a mí me mandaron ir al laboratorio, porque estaban bastante seguros que tenía malaria, pero el test dio negativo.
De vuelta a la consulta, habían cambiado el doctor, pero el nuevo que encontramos había estudiado medicina en Cuba y hablaba perfecto español, lo cual ayudó mucho; finalmente todo se resolvió; una fuerte infección de anginas fue el diagnostico.
Al no tener seguro de viaje, pensamos que tendríamos que pagar mucho dinero; pero no, en total fueron 17 birr con medicinas y todo, poco más de 1€.
Con el aniversario también llegan momentos de cambio; Johann no vino a ver las tribus, pero al regreso nos juntamos con él para despedirnos, llegó su momento de regresar a Alemania, por lo que volvemos a estar nosotros dos solos viajando.

1 comentario:

  1. Vuestro viaje me tiene enganchadísimo. Todos los días dedico un ratito a su lectura y cada día se pone más emocionante.

    Un abrazo desde la "comodidad" y "rutina" madrileña.

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